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Me fundí con el sofá. Desistí de bañarme; no quise lucir como cualquier cosa que no fuera yo misma, así de despeinada, transpirada, sucia, caótica, cansada. Estuve leyendo sobre herman hesse y e.e. cummings una y otra vez pirando en epifanías egocéntricas sobre mí, yo, esa persona que llevo adelante todos los días, o hacia atrás, nunca lo sé bien, llego a hacer un trío político-sexual con la izquierda y la derecha, una locura de sándwich conmigo al centro gozando, pero no de todo satisfecha hasta que, como en la célebre escena de la peli ‘y tu mamá también’, hago que ambas estúpidas ideologías se besen, se cojan, se acaben y se abracen en un casi tántrico pos-coito milagrosamente eterno porque simplemente no existe, y esa cabecita que no para de fantasiar las fantasías más absurdas y absurdamente divertidas o sufridas que me convencen de que quizás yo no sea tan egocéntrica, egoísta o ensimismada en todos esos delirios si al fin y al cabo emiten un mensaje encriptado de que lo único que realmente deseo con ese quilombo demencial de la mente con el corazón y los hongos en las uñas del pie es que todos también puedan hacerse las paces y gustarse y tener iPhones o Xiuamis porque viva China y Huawai, pero que todos puedan ser frívolos o pseudointelectuales en la intensidad que quieran con la libertad libertaria de ser lo que se quiera sin juicios, sin dolores, en una oda al hedonismo de la tolerancia, como si fuera posible el comunismo, la anarquía o la horizontalidad. Como si tuviera sentido la existencia de la humanidad, de la mezquindad, de las instituciones, de las galaxias, de los tréboles de cuatro hojas. Esto es lo que significa el trío ridículo soñado y personificado en figuras sexies para ser loopeado forever con Pandora en esa caja cerebral que se abrió en hemorragia filosófica-wannabe, concentrada, colorida, COLORIDA, luchando contra ese gris externo eterno de verdad que me intenta consumir y convergir, convertir en algo que no logro ser, convencional, correcto, común y corriente, que no desentone, que no se distinga, que se limpie, que se duche, que se bañe, que se mueva, que haga algo ya porque vamo arriba o no es para tanto, o tomate un clona, o cualquier cosa que te haga productiva, útil, que lave la vajilla como mínimo, y que no moleste con catarsis por encima repetitivas con la caradura de decirse creativa.... No sé qué decir, viste? Cuando lo intento me sale así, todo muy intenso. Estoy en el sofá.

Me levanté. Voy. Llevo mi jabón líquido que guardo especialmente para ocasiones especiales wannabe que raramente se concretan jaja. Es de ciruela. De 🇧🇷 . Tengo a uno de menta muy bueno para la pepa, de Londres, pero se está acabando. Así que solo podré oficialmente exhibirlo cuando me vaya a Boots otra vez, y de paso ya aprovecho para coger a mi francés exquisito de humor raro pero who cares. No sé, quisiera aprovechar que una de mis beloved bffs está viviendo en Tailandia para ir a visitarla en miserables 8 días que tendré de vacaciones este 2020 ahorrando alojamiento aunque disfrutando de la villanía del capitalismo salvaje que inventó las tarjetas de crédito y las financiaciones de las deudas para que yo pueda ir a Tailandia hacer catarsis en el sofá de mi drama queen preferida, sorry las demás, cada una tiene su cosa que es mi preferida, incluso la habilidad de Érika (la uruguaya) de pasarse erikiando con mis vasos y copas de vidrio, con la nicotina, con el hielo en el congelador o cualquier ítem que pase por su mano, además de los rastros que deja en cualquier piso pisado por sus pies siempre guardados en zapatos envidiables. También la impaciencia exacerbada de la Érika de Brasil que falta tirarme en la cara algún líquido alcoholico que esté consumiendo en el momento o encontre a su alcance a ver si me sacude del estado catarsico, letárgico, en el trance de la nube negra en mi cabeza y que si supiera de todo lo ahora ya me habría puteado de todo antes mismo de escuchar la primera sílaba del largo pergamino de mis white people problems que yo insisto en poner en palabras y esperar que alguna alma empática o sin nada más que hacer al menos lea... anyway, ella me habría arrastrado por mi nuevo pelo de verano pos-piojos hasta tu casa a las 21:37 sin dudas (es la única cuya distancia física a veces me conviene jaja). Pero ta, me levanté del sofá vomitando todo eso esperando la ubicación de la jacuzzi que es una fuerte candidata a provocarle a mi sofá con celos patológicos, pobrecito, el género masculino del nombre de objeto que le corresponde, aunque algunos lo llamen sillón, no escapa de ser otra víctima del patriarcado pensando que yo soy suya y de nadie más. Ya lo veo luciendo todo cagado por Stella Artois, su felina cómplice, para que yo le dé atención sí o sí luego de volver a casa bañada en la humilde jacuzzi de solo tres bocas de mi sexy-glamour-alta-gama lu de lunática preferida... pero de verdad que no me acuerdo donde queda la jacuzzi después de la esquina Constituyente y Jackson. Y el sofá de mi vida me mira así con ganas de mi calor humano y me hace sentir más especial que todas las coca-colas deseadas en en un hipotético desierto sin oasis, yo qué sé.

Guapa, entiendo si agoté tu léxico lisérgico con la sobredosis del final de la década pasada, pero después de nuestra orgía semántica no puedo resistir contarte, a la hora que sea —conforme rige la espontaneidad de mi ser; el imperio de mis impulsos y/o la total falta de respeto por las personas en general — en búsqueda de complicidad en esa parvulez inmensa de significado e importancia que representan mis pensamientos verborrágicos incontables, indomables, incontenibles, incómodos, interminables, incoherentes, insensatos, insensibles, inconvenientes,  inesperados, indignados, indiscretos, íntimos, indelebles e invasivos; carentes de atención y de sentido, tan atrevidos, tan sin filtros y tan malgastados con ciertos individuos, todo eso y mucho más del infierno infinito, pero ahora, por encima, Lu, fueron invadidos!!! Y desde que se infectó con ese virus ou espíritu, no sé bien, hago el intento, medio fracasado pero insistentemente intermitente porque mi existencia es incapaz de ser indiferente a tanto ímpetu, tanto instinto indescriptible... necesitaba importunarte para intrigarte, instigarte con mi más nuevo capricho y vicio, nada incólume, nada inocuo, nada inadvertido, cómo explicarte ese infame idilio con el idealismo de todo mi insaciable intelecto ahora genuflexo, nada genuino... y es que estoy inyectándome hermann hesse y ahora no hay vuelta, no hay límite. Soy pura insanidade radioativa ahora que ya no sé si soy la reencarnación de kerouac, janis, de ese tal de Hesse o si soy solamente esa ínfima patricia intensamente insoportable de siempre, inescrupulosa, inaceptable, inadecuada, incurable incursionada en esta vida que irradia ineptitud, inefabilidad; ilíadas.